Dos soles marrones,
dos espigas de futuro,
dos destellos de muerte.
Te lanceo.
Me hieres
de tu natural empuje.
En tu búsqueda ciega
me encuentras,
te acienagas.
Y en lo disperso de mi cuerpo,
latea
el amor que te tengo
y te tuve.
Sólo un poeta
sabría
hacer de este sentimiento
un verso.
Julio, 1997
No hay comentarios:
Publicar un comentario