28 feb 2007

Hondos son tus ojos...


Hondos son tus ojos
como pozos marrones.
Espejo de ese sol
que crepuscula,
que espera para dar fin a su día,
el saberse mirado de tus ojos.

Pero ahora,
que es tiempo de sequía,
¡mi alma, nuevamente seca!
Reniego
de los soplos de tu brisa que la refresca.
Se me ha vuelto dura mi alma.

Casi no la conozco.

Julio de 1997.

Foto: J.Silva

27 feb 2007

Vino la luna...

Vino la luna
a mirarse en la alberca
y yo la veía.

Se estiró su pelo
con el peinecito de plata
que un día
le dio un marinero
nacido en el Puerto
de Santa María.

Me atreví,
la llamé,
le dije:
lunita,
tú no necesitas
ni plata, ni peines,
ni de agua bendita.
¡Cásate conmigo!
y ya solamente
conmigo luneas.

Hay un marinerito
que de plata canea.

-Le han devuelto un peinecito.-


31de marzo de 1997.

Foto: C. Mateos.

Mira como cuelgo de tus ojos.



Mira como cuelgo de tus ojos.
Escucha como callo,
como te amo,
como siento tu voz derretida resbalarse y encenderse,
consumirse
y entre gotas
¡ay!
amor,
calcinarse y renacer de nuevo tu voz,
para lograr alentarme,
para colgarme de tus ojos,
para callarme,
para sentir tu voz
derretirse,
renacer.

Para amarte.

31 de marzo de 1997.

Foto: J. Silva

Me siento a contemplarte de nuevo...

Me siento a contemplarte de nuevo
y tu viento del sur
retumba en mis grandes orejas.
Regalo.

Doy.
¿Alguien los quiere?
Los treinta y tantos años
que tu cuerpo y el mío separan.
Pero tu lengua marina,
aún de ti yo distante,
me esclaviza en los sabores salados
que tu recuerdo me evoca.
Y yo,
marinero sin barca.
Y tú,
ya,
mar sin cangrejos.
¿Cómo aún te puedo querer?
¿Cómo tú, aún, desear sumergirme?
Los días se extienden largos,
pletóricas sus tardes,
como si yo fuera
el único espectador de tu cuentahoras.

Pero ya,
la paciencia rota,
he decidido morirme,
matarme,
ahogarme en tus aguas.
Porqué sin ti,
y sin que tú lo sepas,
me mato,
me ahogo,
me muero.


16 de marzo de 1997.

Foto: J. Silva

Como de un barrilete...

Óleo/Lienzo. Lolo Pávón.

Como de un barrilete,
mi alma, amarrada a tu ausencia.

Y te veo de lejos,
desde mi plano inmóvil,
donde sólo mis ojos laten
para verte feliz y acaracolada,
donde sólo el viento peina tu melena.

Sólo un hilo nos une,
y te mando mensajes,
para que cuando a ti lleguen
mi mundo se ciegue de reflejos.

Transparente tu cuerpo,
anidador de todo lo futuro.

Como un Atlas
me veo sosteniendo ese hilo,
como una fotografía de las de mi tía
blancas, negras y amarillentas.


7 de marzo de 1997.