6 may 2007

Un papel blanco es el mar.


Un papel en blanco es el mar,
mi pluma un velero al viento,
las estelitas que espuman
escriben mis sentimientos.

Mira, que sí,
que mares hay.



Viviendo en un mar estamos
y en los mares de la vida
más de una vez naufragamos.



Tanto te llego a querer
que en el tiempo no hay un antes ni un después.
Un mientras tanto constante
que a mí me hace padecer
si no te tengo delante.

Foto: C. Mateos




13 de septiembre de 2000






Si me pides lumbre.

Si me pides lumbre
yo te acerco el sol,
si me pides luz

te enciendo las estrellas,
pero si me pides,
primita, la luna
te doy aceitunas
partías que aliño
con las lagrimitas
que por ti derramo
y el vinagre que destila tu cariño.

Y las voy partiendo
y metiendo en sazón
con el martillito de mi corazón,
pa que tú las comas,
pa que tú las comas
y en vez de la luna
quieras mi persona.

Y tú no me quieres,
que tú no me quieres,
comes aceitunas
y la luna prefieres.

Agosto, 2000

Foto: C. Mateos.

Nunca te encontré de cara

Foto: C. Mateos


Nunca te encontré de cara,
paralelos para siempre
como raíles de tren,
lejanos y cercanos,
como la Tierra y la Luna.

Espejos mutuos,
de nuestras mutuas miradas,
así van nuestros corazones
tocando a cuatro manos melodías.


15 de septiembre de 1998

Samedum

¡Samedum!
Busco palabras para escribir tu nombre.
¡Trascaril!
Todo se escurre.
¿Verso tus ojos?
En medio del convivir continuo.

¡Una copita de anís, Antonio!

Y en un horizonte,
que me han contado,
circula tu cintura que ecuada el mundo.

Y yo,
que soy lapón en tantas cosas
y al mismo tiempo
tropical vocacionario,
para poder vivir,
gota a gota goteando,
estoy
en este sinvivir viviendo
cuando quisiera
ser laúd para tus manos.

¡Ay! Niña silenciosa,
¡qué de universos encierran tus labios!
¡qué de potentosas óperas, sinfonías!
¡qué de latidos de vida!.

¡Tú qué sabes!
Ni tienes porque saber.

Si tú supieras
no sabrías porque el mundo se parara
y no sería yo
el único que te amara.



Marzo, 1998

Números primos.



Alguien tiene que acariciarme.
No asumo ser uno.
Qué sería yo
sin mi dos,
sin mi tres.
Qué sería yo,
sin mis primos,
números abandonados.
Primos míos,
ellos de mi.

Julio, 1997


Dos soles marrones.


Dos soles marrones,
dos espigas de futuro,
dos destellos de muerte.

Te lanceo.
Me hieres
de tu natural empuje.

En tu búsqueda ciega
me encuentras,
te acienagas.

Y en lo disperso de mi cuerpo,
latea

el amor que te tengo
y te tuve.

Sólo un poeta
sabría
hacer de este sentimiento
un verso.

Julio, 1997